Funciones
El carburador tiene dos funciones clave. La primera es la de combinar correctamente la fórmula entre el aire y el carburante para que no se estropee el motor, pero también para que le inyecte una potencia de energía óptima para su funcionamiento y ahorro.
Otro de sus fines es la de guardar el combustible. Ese depósito tiene unos niveles que no debe sobrepasar para no perjudicar al motor y no derrochar la energía y potencia. Es decir, este sistema mecánico tiene dos funciones: el procesamiento y almacenamiento del combustible para garantizar el su correcto rendimiento. Es un generador eléctrico que permite la corriente de energía de un combustible fósil en un vehículo.
Fallos en el carburador
Hay varias pistas que prueban el mal funcionamiento o el indicio de problemas mecánicos. El más claro es las emisiones de humo por el tubo de escape, que es consecuencia del sobrecalentamiento del motor. La segunda evidencia es el deterioro de las bujías. Aunque el más evidente son los ruidos generados al pisar el acelerador.
Esta última consecuencia es clara porque pierde la fuerza de arranque y no garantiza una velocidad estable. El consumo del coche también se ve afectado, gastando más energía de la que se debe y vaciando antes el depósito.
Piezas que lo componen
Esta pieza mecánica funciona gracias a una serie de elementos. La principal es el cuerpo que conecta las demás piezas a la base. Todas dependen de ella. La que garantiza el almacenamiento del combustible es la cuba. Por otro lado, está la campana que se encarga de dar entrada y salida de esa combinación al difusor. Pero para que funcione depende de la mariposa.
Dentro de él se encuentra también la chimenea que establecen la conexión entre el difusor y la cuba, y aspira y direcciona el carburante. Este elemento a su vez necesita la ayuda de la aguja que funciona en el momento de descanso del motor, cerrando el paso de esa mezcla química. Y por último, el chiclé que controla el nivel de la energía fósil para generar una fórmula justa entre ambos elementos.
Tipos
Esta pieza mecánica depende del nivel de potencia que se le exija el motor. Por un lado, tenemos el monocarburador que tiene 4 piezas clave: cubeta, pulverizador, difusor y la válvula de mariposa. Este tipo está especializado en coches con pocas revoluciones. Tiene una serie de límites y el proceso de la transmisión de combustible es más lenta. Por ello, no puede alcanzar velocidades altas constantes, ni tampoco mínima ni tampoco permite arrancar cuando el motor está frío. Esto se debe a la mayor concentración de la fuente fósil que la del aire.
Pero también existe el de doble cuerpo que es más grande y genera un mayor rendimiento en la mezcla de combustible y aire. Este tipo está diseñado para vehículos deportivos, de altas gamas y grandes dimensiones. Consigue una respuesta más rápida en el acelerador y el motor no necesita ser calentado.
Beneficios e inconvenientes
Su ventaja principal es la longevidad. Esto es por su anatomía sencilla, ya que cuenta con pocas piezas, por lo que no corre tanto el riesgo de ser averiado. Esto a su vez permite un mantenimiento más sencillo, y si sufriese un algún desperfecto es fácil incorporarle una innovación. Además, son económicos gracias a su diseño y el número de piezas. Su eficiencia y autonomía también es óptima y competente, ahorrando en combustible.
Aunque, a bajas velocidades funciona peor, ya que el suministro de combustible es menor, por lo que ofrece una respuesta más lenta. Por otro lado, la parte del motor es susceptible a los cambios de temperatura y de viento, y requieren un mayor mantenimiento. Aunque, sin duda, la mayor desventaja es su grado de contaminación.
¿Se están extinguiendo?
Un vehículo de combustión interna solo puede funcionar a través de dos sistemas de procesamiento: el carburador o inyector. El primero lleva existiendo décadas y siguen renovando su diseño y piezas. Pero el segundo está empezando a conseguir más fuerza en el mercado, ya que proporciona un consumo más económico y garantiza una mayor potencia y autonomía.
Actualmente, la opción más económica es la primera, pero la segunda ya se está empezando a ver en más modelos y en reducir sus costes de mantenimiento. La última evidencia de la extinción de esta pieza mecánica es el auge de la electrificación automovilística y las leyes medioambientales que imponen restricciones a estos modelos.